Caminos del deseo

Antes de hablar señalé.
Antes de hablar besé.
Antes de hablar abracé.
Antes de hablar caminé y ejercí así mi voluntad de dirigirme a donde yo quisiera.

No sé cómo acercarme a las palabras. Como si fueran un animal querido—inmensamente querido—al que, sin embargo, no he prestado la atención debida durante demasiado tiempo. Están enfadadas; probablemente me siguen teniendo afecto, aunque, seguro, están resentidas. Así que me aproximo despacio, a tientas y sin hacer ruido; sin exponer mi mano a su mordisco. 

Durante mucho tiempo pensé que lo mío eran las palabras y me empeñé en escribir. Desde el lugar en el que estoy pienso que nunca lo hice realmente bien; por el sencillo hecho de que estaba equivocada: nunca fueron las palabras. Siempre fue el cuerpo. Antes de hablar bailé.
Antes de hablar señalé.
Antes de hablar besé.
Antes de hablar abracé.
Antes de hablar caminé y ejercí así mi voluntad de dirigirme a donde yo quisiera.

Y supe mostrar a otros lo que yo veía. Lo que yo sentía. Tal vez con mi rostro más que con mis palabras.

Pero ahora hay tan poco cuerpo.
O ahora las palabras también me parecen pequeños cuerpos que bailan y muerden y desean ser dichas y escritas.

No sé si por mi mano o por mis labios.
Pero lo desean.

I: decisión

Llevo tiempo pensándolo; pero entre el pensamiento y la acción hay un elemento de radical importancia: la decisión. La decisión lleva un instante, pero requiere concentrar toda la fuerza en un solo golpe. Como un relámpago.

Llevo tiempo pensándolo; pero entre el pensamiento y la acción hay un elemento de radical importancia: la decisión. La decisión lleva un instante, pero requiere concentrar toda la fuerza en un solo golpe. Como un relámpago.

Me he decidido: he concentrado mi fuerza en el puño, en los dedos, en los labios. O la fuerza se ha concentrado y la decisión me ha tomado a mí. Creo que no siempre está claro quién tiene a quién. Estoy segura de que algunas cosas nos eligen a nosotros y no nosotros a ellas: como el amor. O la escritura.

De eso trataba, de la escritura. La escritura me eligió. No la elegí yo. Y la prueba está en que no he conseguido zafarme de ella aunque lo haya intentado. Realmente lo he intentado. Si os cuento la verdad…le cogí miedo. Quise huir de ella. Correr a toda velocidad en dirección contraria.

Sin embargo, qué extraño verse a una misma sin la escritura.

Esta vez no voy a intentarlo. Esta vez voy a hacerlo.


Yoda, por una vez en la vida, voy a hacerte caso.

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